tejer lo propio, organizar la potencia

-Una conversación con Oralia Chopen, mujer tejedora guatemalteca, presidenta de la cooperativa de mujeres Trama Textiles, en Quetzaltenango, Guatemala-

Por Cecilia Griffa

«Acarreando esperanzas en la desesperanza, tejiendo redes, laboriosas arañas». Guisela López

Es la mitad de septiembre y en Xela el clima no se decide. Llueve de a ratos, hay viento y sol. Cada dos o tres cuadras el aroma a tortilla recién hecha promete invierno, dan ganas de envolverse en una frazada y mirar la ciudad desde ahí, tomando café y comiendo frijoles calientes. Pero yo camino por el centro viejo, hoy es el último día y los últimos días no se desperdician en los hoteles. Me alucina esta ciudad porque es sincera. Los turistas nos reconocemos, no pasamos desapercibidxs porque la ciudad no es una puesta en escena para nosotrxs, tiene ritmo propio pero no posa ni pretende. No está adornada para los turistas, es lo que es, por eso la camino con confianza y yo tampoco poso ni pretendo. Me atrevo a decir que acá la gente es amable como en ningún otro lugar de Guatemala (y eso es decir muy amable). Hay muchas barberías, algunos teatros, una plaza con banderas de todos los países de América, muchos cultivos, muchas iglesias, un mercado multicolor, perros callejeros que duermen la siesta en manada.

Es larga la historia pero yo le cuento lo que es importante. Así comienza Oralia a regalarme el tiempo, después de haber interrumpido su sobremesa para recibirme, con una sonrisa en la cara y dos señoras esperándola en el taller. Me doy cuenta de que está apurada, de que no es el mejor momento, pero ella y yo sabemos que me voy mañana y que nuestra conversación es ahora o… saber!

Se disculpa, me dice que si tuviéramos más tiempo podría explicarme algunas cosas sobre los procesos de trabajo, los tejidos, los diferentes significados y símbolos, pero las señoras que la esperan vienen de lejos. Lo que pasa es que la chica que trabaja aquí se fue de vacaciones quince días, y hoy vino, y el trabajo se juntó todo. Tenemos que sacar los pedidos.

Yo también me disculpo, le digo que charlemos el tiempo que pueda sin pena –como dicen aquí para decir no te preocupes– y le prometo hacer con nuestra charla algo que sirva, hilar una trama con sus palabras y las mías, porque ella está convencida de que es bueno correr la voz: Es muy bonito porque las personas hacen publicidad. La gente prefiere ayudar a una organización que comprar a una empresa grande.

Me encontré con Trama Textiles por error. Salí a buscar libros como cada vez que viajo a una ciudad, porque en el río donde vivo no hay librerías. El google maps me guió mal, o si acaso existieran las magias fortuitas, llegué a un lugar que no era el que esperaba. Libros no había, pero estaba lleno de hilos: había una organización. Así es como conocí a una joven de quince años que se encargó de hacer la síntesis perfecta sobre quiénes son, qué hacen y por qué están ahí. Después de eso agendó una entrevista con su madre, a quien no le dejó más alternativa que recibirme al día siguiente -con el tiempo posible o imposible- como habíamos quedado. Las juventudes siempre adelante, sin pedir permiso, arrebatando el tiempo adulto, enlazando mundos ajenos, por suerte.

Trama textiles, 10-56, 3a Calle, Zona 1, Quetzaltenango, Guatemala.

El día siguiente es hoy. Está nublado y llovizna. Los colores en la puerta de Trama Textiles son el único arcoíris de la cuadra. No me siento una extranjera y eso es nuevo, tal vez porque Oralia está acostumbrada a lo extranjero y nos lo deja pasar. Nadie aquí me mira desde la diferencia. Vino una chica, me imagino que como usted, una reportera, ella tiró el video en su página o no sé, me imagino que lo tiró en su página, y está pidiendo mucho producto la gente, que quiero una blusa, que quiero una chalina, una bolsa, y me imagino que miran nuestro catálogo. Yo la verdad que de tecnología no sé nada, pero de tejidos sí: soy experta.

Sin pudor lo dice, no tiene tiempo para la falsa modestia, en eso se parece a la ciudad. Oralia sabe tejer, sabe que sabe tejer, y sabe que en su tejido se trenza la historia de muchas tejedoras de Guatemala. Se dice experta para que la escuchen, para que otras se reconozcan en la misma soberanía. “Una semilla se pasea en lo hondo de la fisura y a veces se pierde. Germinar en el hueco es el milagro” dice Florencia Mina en su poemario Arrojo. Yo escucho a Oralia mientras me pierdo en la fisura de la historia. En un país sin esperanza, ¿hay hueco para los milagros?

LA MEMORIA, el pasado ante sus ojos

«El tiempo que estamos viviendo lo tenemos que vencer con la presencia de nuestros antepasados» Rigoberta Menchú.

Trama empezó a finales de los años 80, en pleno proceso de transición política entre la guerra civil y los acuerdos de paz. En aquél período de tensa calma se comenzaron a elegir gobiernos mediante elecciones populares, con el dolor intacto por las consecuencias del conflicto armado, y el terror latente por el genocidio más brutal en la historia de Guatemala. En ese borde difuso y gris como el cielo de hoy, entre quienes buscaban la paz mientras todavía explotaba en las casas la ferocidad de la guerra, sucedió un encuentro: Un grupo de mujeres se juntaron para seguir viviendo, algo tan pequeño y potente como la pulsión por sobrevivir. En las grietas, en las ruinas de un pueblo masacrado, nació una organización.

Rosalina Tuyuc, presidenta de CONAVIGUA, lo explicó con claridad ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos: “El tiempo nunca será suficiente para sanar las cicatrices que esa violencia ha heredado a hombres, jóvenes, niños, ancianos y especialmente a mujeres. A nuestros familiares se les cortó su ciclo de vida, fueron torturados, desaparecidos, secuestrados y masacrados. Ellos y ellas encontraron una muerte adelantada, violenta y desconocida, sus cuerpos están en los cientos de cementerios clandestinos, ubicados en los barrancos, caminos, bosques, bajo edificios ya construidos que no nos permite llegar a ellos para exhumarlos» (1)

Oralia no está frente a ninguna comisión y solamente me lo cuenta a mí, pero cuando le pregunto cómo surgió Trama Textiles, no duda ni adorna: A raíz de la violencia pues, empezamos a hacer un trabajo pues bien importante, verdad? Muchas mujeres perdieron los esposos o se quedaron solas. Las personas perdieron sus hogares, sus familias, muchas cosas… Los soldados quemaron las casas, hasta quemaron el maíz. Me cuenta sobre los inicios como queriendo pasar al presente, me habla de un señor viejito que vino de Bélgica y se fue a recorrer los pueblos para reunir a las mujeres. Me cuenta de unas donaciones que llegaron desde Holanda pues para empezar una asociación se necesita plata, y me cuenta sobre unos programas de capacitación que hicieron allá por los años ochenta, para capacitar a las mujeres en calidad de productos, capacitarlas en cómo ellas pueden ser emprendedoras. Dice que en la actualidad hay mucha gente que hace donaciones, que tienen un programa de voluntariado que funciona muy bien, que reciben personas de otros países que las ayudan mucho pero que las que deciden son ellas: mujeres tejedoras guatemaltecas. Insisto, repregunto, quiero saber cuál es el rol de estas personas de afuera, desconfío de los de afuera porque soy de afuera. Pero Oralia me cuenta sobre ellas porque en el centro –y no afuera- están ellas. Nosotras nos reunimos cada año, se hace una asamblea general, se elige la junta directiva, así trabajamos. Cada dos años cambia la junta directiva. Son mujeres todas las representantes de la junta directiva. Ellos (los extranjeros) nos dan un apoyo, pero somos nosotras las que tomamos decisión. Me quedo satisfecha con su respuesta pero insiste en dejármelo claro: Mira chica, hay personas, hay ONGs que dicen “somos una asociación” pero son mentiras, solo es un dueño, “estamos apoyando a muchas mujeres, estamos recaudando fondos” dicen, muchas mentiras. En cambio aquí, nosotras están las mujeres, están en los pueblos, ellas viven en los pueblos y viene una representante de cada mujer a entregar los productos y se le paga el dinero y ella es la que va a repartir a las mujeres, por ejemplo aquí hay dos representantes ahorita, hay dos mujeres que vinieron a entregar trabajo hoy.

LA ORGANIZACIÓN, cada valle es una patria

«Nakín eligió el círculo; allí donde no existen ausencias para siempre. La rueda donde todo regresa. Y nada queda lejos». Liliana Bodoc.

Trama Textiles es una cooperativa de mujeres con sede en Quetzaltenango, que trabaja con tejedoras de cinco regiones de Guatemala. Cada aldea tiene su propia representante electa, el trabajo de la representante consiste en hacer de nexo entre las tejedoras y la sede central de Trama, es decir, la casa de Oralia. Cada tres meses, las representantes -junto con Oralia y Amparo (la vicepresidenta de Trama Textiles)- coordinan la entrega del tejido y se aseguran de que cada tejedora reciba un pago justo por su trabajo.

Hay mujeres de 5 departamentos, del Quiché, Huehuetenango, Sacatepequez, Xela, Sololá, son 5 departamentos donde se trabaja. Hay mujeres lejos, por ejemplo, allá en el Quiché, si una sale aquí a las 7 de la mañana llega a las 3, 4 de la tarde allá. Están lejos las mujeres. Oralia me invita a los pueblos, dice que la próxima vez podemos ir a visitar a las mujeres junto con las voluntarias que siempre organizan esos viajes. La gente cuando viene dice “queremos ir a ver los pueblos”, pues con mucho gusto vamos ir a ver, porque es cierto que hay mucha corrupción, entonces la gente dice “¿será que hay mujeres o nomás dicen?”…. Quieren ir hasta Quiché, vamos al Quiché pues. Reconozco en su explicación un relato repetido, no es la primera vez que tiene que defender la legitimidad de la organización. Manuel José Arce me explica lo que sospecho pero aun no entiendo, en su Diario de un Escribiente: “Vienen a presenciar nuestra miseria. El contraste curioso, el fenómeno de nuestro Popolvuh, tun y marimba, Tikal, textiles típicos, tortillas, oncocercosis y revoluciones. Nuestro folklor, digamos, les atrae (…) Se dan un baño de subdesarrollo. Vuelven a su país y ante su hermosa refrigeradora, su pequeño confort, su alto standard de vida ofician sus rituales para acciones de gracia y hacen comparaciones. Después, lógicamente, están contentos. Satisfechos al menos de lo que en casa tienen: cuando llegan de aquí protestan menos y aceptan más”(2). En las justificaciones de Oralia y en la escritura de Arce me siento extranjera de pies a cabeza, me avergüenzo por haber pensado que talvez era un señor de Bélgica (¿?) y no ellas quienes gestionaban la organización, y después de unos segundos de sincera e intelectual culpa de clase, pienso que ahora sí puedo hacerle a Oralia alguna pregunta, con toda mi otredad a cuestas.

-¿Qué es tejer?

El tejido es nuestro arte, es nuestra cultura, no queremos que se pierda. Cada tejido tiene su propio significado de acuerdo al lugar. Yo solo conozco de mi pueblo. Hay muchos símbolos y nahuales.

Guatemala es una sociedad multiétnica, pluricultural y multilingüe, su nombre en lengua náhuatl se escribe Quauhtlemallan y significa “lugar de muchos árboles”. Conviven en esta tierra los pueblos indígenas maya, xinka y garífuna, y los ladinos. El primero está conformado por 22 comunidades sociolingüísticas diferenciadas. La diversidad cultural de Guatemala se refleja en los 25 idiomas que se hablan en su territorio: 24 indígenas y el castellano (3). Oralia me cuenta que lo más difícil de sostener la organización durante tantos años fue comunicarse, porque hablamos diferentes idiomas. Casi el 80 por ciento de las mujeres no hablan el español, eso fue un poco difícil, pero ahora las hijas ya son estudiadas digamos. Y son tejedoras también. Cada quién trabaja en su casa, solo cuando terminan los tejidos se reúnen, miramos los tejidos, revisan si están bien o no. Vendemos a todo el mundo.

Oralia aprendió a tejer a los 8 años, le enseñó su mamá, y a su mamá le enseñó su mamá, y así hasta muy lejos en el pasado ancestral de las tejedoras. “El telar de cintura guatemalteco representa un lugar de memoria y construcción de una identidad colectiva. De esta manera, los tejidos ancestrales se utilizan para almacenar información cultural pero, a la vez, los vestidos mayas, llamados huipiles, son también los portadores de una historia de exclusión y de resistencia” escribe Alba Sud en “Tejedoras mayas de Guatemala: la lucha contra la apropiación cultural de su arte». (4)

Oralia se unió a la organización cuando era adolescente, hoy -y por un período de tres años- es la presidenta de la junta directiva de Trama, que a su vez cuenta con una vicepresidenta, una secretaria, una tesorera, y tres miembros. Antes éramos 400 mujeres pero por la pandemia las mujeres buscaron otras fuentes de trabajo. Ahorita las que trabajan activas somos como 100 nada más. Le pregunto cómo funciona el trabajo, los salarios, el precio de los productos. Ellas tienen que sacar sus costos, ellas tienen que decir “mire aquí vengo a entregar 100 servilletas a 50 cada una”. Ellas ya saben cuánto es lo que van a cobrar, por eso es lo que se dice un pago justo, porque yo no le puedo decir a la artesana, mi compañera, “mire, sólo te pago 25, o sólo te pago 20”. No, porque sé cómo es el trabajo, por eso somos una organización, lo que queremos es darle un pago justo a la artesana.

Cada artesana decide cuánto quiere cobrar por su trabajo, en la sede central de Quetzaltenango se hace el intercambio, la representante trae los tejidos, recibe el dinero y luego lo entrega a las artesanas, los productos se venden en la tienda y también por encargo en línea (es el trabajo que hacen las voluntarias) con envío a varios países del mundo. Tenemos una tienda acá y tenemos la escuela también, una escuela de tejer, enseñamos a tejer a las personas que vienen de otros lugares, que quieren aprender. Las clases de tejido son personalizadas, están pensadas tanto para turistas express que pasan poco tiempo en la ciudad, como para viajerxs que van más lento, hay opciones: desde cursos de una hora hasta programas de treinta horas, donde el resultado es aprender a tejer diversas prendas. Luego de las clases, cada aprendiz puede llevarse consigo su creación. Ahorita por la pandemia ya no vino turismo acá, por la enfermedad verdad? Entonces ahorita estamos vendiendo en línea nuestros productos. Durante dos años no hemos tenido nada, íbamos a cerrar la asociación.

Me distraigo con los trajes que cuelgan en la pared de la oficina de las voluntarias, como le dice Oralia al lugar donde estamos charlando. Es una exposición, no hay uno igual a otro, pura diversidad de tramas, colores y dibujos. Arriba de cada uno, un cartel indica la referencia del lugar donde fue hecho, un mapa textil trazado con hilos que hablan de un lugar y no de otro. Hay lo singular y también lo universal en el arte del tejido. «¿Cómo asumir cotidianamente la contradicción entre comunidad y persona individual? ¿Cómo asumir el particular-universal, el nosotrxs como cuarta persona del singular?» se pregunta Silvia Rivera Cusicanqui, y se responde que el problema no es cómo superar la contradicción sino cómo convivir con ella, cómo habitar en ella, cómo crear nuevos lenguajes de politicidad: «Una comunidad donde no se trabaje con mayorías y minorías, donde el margen de maniobra sea más grande para el individuo y para la individua en términos de desarrollar lo que cada quién puede como potencia, pero también en términos de elección incluso estética. Eso es una meta descolonizadora bien práctica. El incorporar las voces normalmente disidentes de las mujeres y lxs niñxs, por ejemplo, en esa voz comunitaria. No subalternizarlxs. Y hacer del silencio y del trabajo simplemente callado un modo de comunicación. Porque el silencio es lo que te permite respirar…» (5)

¿Cómo se respiran las potencias después de una guerra? ¿Y durante una pandemia, cómo? Me quedo unos minutos con la mente en preguntas ¿Cómo se fortalecen los saberes y las experiencias singulares, en un contexto todavía devastado? “No somos capaces de reconocernos, porque no tenemos razones y/o modelos con qué identificarnos, ni motivos comunes para dialogar y actuar como mujeres de este siglo” escribe Patricia Galicia en su lectura crítica a la aplicación de la Ley de Dignificación y Promoción Integral de la Mujer en Guatemala. ¿Cómo hacer que la experiencia de vida individual pero también la colectiva –la en común con otras- tome una dimensión de potencia en medio de la inmensa diversidad lingüística, cultural, geográfica y social de un territorio fragmentado, aislado? ¿Cómo reconocer lo en común sin perder lo singular? «Respirar -la Cusicanqui alienta- es parte de este nexo con el chuyma, con el corazón y los pulmones, que es el lugar donde se piensa, donde se piensa de un modo comunitario y memorioso«.

EL MOVIMIENTO, trayectoria histórica de luchadorxs por la vida.

«Las mujeres han dejado de ser más que una figura maya folklórica y se convierten en sujetos incómodos que reclaman derechos. A la élite les molestan los indígenas que hablan«. Alejandra Colom.

Vuelvo a Oralia. Solo mujeres dice. Una asociación de mujeres. Ser mujer, ser mujer indígena, ser mujer indígena tejedora en Guatemala, es un motivo común. Y es un motivo en movimiento, donde se reconocen muchas. El Movimiento Nacional de Tejedoras Mayas es un grupo de mujeres liderado por la Asociación Femenina para el Desarrollo de Sacatepéquez (AFEDES) conformado por 30 organizaciones en 18 comunidades lingüísticas en Guatemala. En el año 2014, iniciaron un proceso legal para proteger las creaciones de los pueblos indígenas. Dos años más tarde demandaron al Estado ante la Corte de Constitucionalidad, por haber omitido normas que protegen la indumentaria y los diseños textiles de Guatemala. “Las tejedoras recibieron un amplio apoyo nacional, provocando así un debate sobre sus derechos de autor y, finalmente, en noviembre del mismo año, el Movimiento de Tejedoras presentó su proyecto de ley para el reconocimiento de la propiedad intelectual colectiva de los pueblos indígenas, que fue formalmente presentado en el Congreso el 23 de febrero de 2017«. (6)

En esta ley, las tejedoras le exigen al estado que reconozca la definición de propiedad intelectual colectiva en el marco del derecho de los pueblos indígenas a gestionar y administrar su patrimonio. La ley pretende que “se reconozcan a los pueblos indígenas como autores intelectuales, lo que supondría recibir un porcentaje de los beneficios de las corporaciones que se benefician de la exportación de textiles mayas” (Sud, 2017). La figura de propiedad intelectual colectiva es una resistencia conjunta a la usurpación no sólo del territorio, también al extractivismo del trabajo indígena, sus saberes ancestrales y fuerza comunitaria. (Picq, 2017)

UN HORIZONTE, el futuro en sus espaldas.

«Vestidas de cometas, despeinadas de flores, deliberadas, presentes, en esta marcha por la vida«. Guisela López

Este año empezamos dos proyectos me quiere contar Oraliasobre la educación y desnutrición. De acuerdo a la UNICEF, la desnutrición crónica en Guatemala afecta al ochenta por ciento de los niños y niñas indígenas, especialmente a niñxs menores de cinco años y también a las mujeres embarazadas y lactantes. Hay muchos niños que están desnutridos, me explica Oralia. Ahorita estamos viendo lo que los niños necesitan pues porque, pongamos que en los pueblos no mucho consumen proteínas. La educación también es importante para nosotras porque queremos que los niños estudien, hay muchos niños que solo sacan sexto grado y se quedan ahí, ya no siguen estudiando, o las niñas ya consiguen su esposo, se casan, entonces lo que queremos nosotras es que estudien, empezamos a hacer el proyecto este año, estamos buscando fondos para los niños, becas, padrinos para los pequeños artesanos.

Según el informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, los niños indígenas en áreas rurales de Guatemala van a la escuela un promedio de tres años, y las niñas con suerte superan un año de escolarización. Lxs niñxs dejan la escuela porque se ven obligadxs a realizar tareas domésticas en sus hogares o a trabajar en las fincas. La CIDH dice que “muchos padres deciden retirar a las niñas de las escuelas porque ya aprendieron a leer y escribir, y en un futuro próximo contraerán matrimonio, pues optan o son obligadas a casarse a muy corta edad, entre 13 y 15 años de edad”.

En la mayoría de las comunidades rurales, las escuelas únicamente garantizan el ciclo primario de la educación formal, la oferta educativa del nivel secundario es mínima e inaccesible, la educación pública es una deuda desmedida del estado de Guatemala para con su pueblo. Para poder estudiar en el ciclo básico, no sólo hay que pagar una tarifa de inscripción sino también una cuota mensual. “Los niños y jóvenes indígenas deben matricularse en centros educativos urbanos, y son pocas las familias que pueden cubrir tales costos. Igualmente, la educación superior pública se encuentra altamente centralizada, lo que en la práctica a menudo excluye a los jóvenes indígenas y reduce sus posibilidades de poder capacitarse a nivel superior (7).

Van a escuela pública me cuenta Oraliapero necesitan sus cuadernos, sus zapatos, mochilas verdad? Tal vez no se paga para ir a la escuela (la primaria) pero ya la secundaria hay que pagar, no es mucho pero en un instituto hay que pagar algo, y los libros hay que comprar. Poco a poco vamos creciendo con esos dos proyectos ahorita. Así estamos trabajando chica…

Las representantes esperan. Hace casi una hora que hablamos. Le pregunto si puedo acompañarla hasta la tienda y hacer unas fotos. Con mucho gusto, dice. En la tienda, al lado de cada producto, hay un cartel que indica el nombre de la prenda, el tiempo que le llevó a la tejedora realizarla, la técnica que utilizó, y el lugar en donde fue creada.

Antes de despedirnos le agradezco, me agradece. Le pregunto si hay algo más que le gustaría decir. Ella sonríe y piensa un rato. Lo que queremos es que lo nuestro no muera, que los tejidos sigan, porque hay muchas tradiciones y costumbres que se están perdiendo acá en nuestro país Guatemala, pero lo que nosotras queremos, que los niños aprendan, que las mamás les enseñen cómo es el tejido, para que no se pierda porque es como una herencia que nos dejaron nuestras abuelas verdad?… Es lo que nosotras estamos viendo ahora, es lo que estamos haciendo ahora.

Oralia Chopen, tejedora experta. Presidenta de Trama Textiles

Ahora, aquí, ahora: Xela o Quetzaltenango, 14 de septiembre de 2021. Vuelvo caminando por el mismo camino que tracé a la ida. El hotel está cerca y ya no hay viento ni sol. Yo la verdad que de tejidos no sé nada, pero de palabras sí: soy experta. Sin pudor lo escribo, no tengo tiempo para la falsa modestia, en eso me parezco a la ciudad. Me digo experta para que me escuchen, para que otras se reconozcan en la misma soberanía. “Una semilla se pasea en lo hondo de la fisura y a veces se pierde. Germinar en el hueco es el milagro” dice mi amiga. Abro la compu y empiezo a escribir. Escribo a Oralia como ella entrelaza a su pueblo, mientras me pierdo en la fisura de la historia, mientras los perros duermen la siesta en manada. En un puñado de mujeres con esperanza, ¿hay hueco para los milagros? No sé, pero sí hay un lugar donde se teje la potencia, y se organiza la rabia. Rabia singular, potencia colectiva.


CITAS:

(1) «De la guerra a la paz: Un proceso lento, difícil y traumatizante” Intervención de Rosalina Tuyuc, presidenta de CONAVIGUA, ante la CIDH durante el 118º período ordinario de sesiones, octubre de 2003.

(2) «Diario de un escribiente«, José Manuel Arce. Editorial Piedra Santa. Guatemala, 1988.

(3) «Situación de los derechos humanos en Guatemala: Diversidad, desigualdad y exclusión«, Comisión Interamericana de Derechos Humanos, 2015. www.cidh.org

(4) «Tejedoras mayas de Guatemala: la lucha contra la apropiación cultural de su arte«, Alba Sud en el marco del proyecto «Campaña internacional de visibilización de las vulneraciones de derechos humanos para la inversión turística en América Central» (2017).

(5) «Un mundo ch´ixi es posible. Ensayos desde un presente en crisis«. Silvia Rivera Cusicanqui. Tinta Limón Ediciones. Buenos Aires 2018.

(6) «Tejedoras mayas de Guatemala: la lucha contra la apropiación cultural de su arte«, Alba Sud en el marco del proyecto «Campaña internacional de visibilización de las vulneraciones de derechos humanos para la inversión turística en América Central» (2017).

(7) «Educación Superior Pública en Guatemala: Una aproximación desde la perspectiva de pueblos y mujeres indígenas». MOVEMAYAS. Movimiento de Estudiantes Mayas. Guatemala, octubre de 2013.

REFERENCIAS y BIBLIOGRAFÍA:

El derecho de las mujeres a una vida digna. Discuso y realidad en Guatemala«, I Premio del Certamen académico para mujeres mayas, garífunas, xinkas y mestizas 2009. Grupo Académico Centro de Estudios de Género. Autoras: Guisela López, Carla Yadira de León, María Lucrecia Vicente Franco, Patricia Galicia. Editorial Cultura, 2012.

Arrojo«, Florencia Mina. Lago Editora, Córdoba Argentina, 2021.

Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia«, Elizabeth Burgos. Siglo XXI Editores, México 1985.

Un mundo ch´ixi es posible. Ensayos desde un presente en crisis«. Silvia Rivera Cusicanqui. Tinta Limón Ediciones. Buenos Aires 2018.

Los días del fuego, La saga de los confines 3«, Liliana Bodoc. Prisa Ediciones. Buenos Aires 2004.

Mujeres tejedoras: Afuera somos exóticas, acá las «Marías»«, artículo publicado en Plaza Pública el 15 de enero de 2021. Autora: Kimberly Rocío López. Enlace aquí.