DÍA 1
CECI
Primero la emoción, la adrenalina, la euforia, el corazón latiendo apurado, como un ratito antes de salir a actuar, el teatro y navegar tienen el mismo efecto químico sobre mi cuerpo, me hacen sentir enamorada, o eso que la gente llama mariposas en la panza, un temblor, un deseo miedoso, nervios pero ilusión, una paloma aleteando en el pecho, el cuerpo alerta, despierto, la consciencia del presente, la certeza de que todo es aquí y ahora y lo demás es pensamiento. Ya saben, el cuerpo vibrante, todo a flor de piel, el amor, el teatro, navegar.
Diego al timón, el ruso mirando las velas, la profundidad cada vez más honda, todo tranquilo. Igual que en el teatro y el amor, navegar es un riesgo y esa es su gracia, quien no se anima se lo pierde pero quien se anima se sabe en peligro para siempre, un peligro divertidísimo.
Todavía estamos a pocas millas de Fort Myers cuando decidimos que es un buen momento para prender el piloto automático y dejar que haga su trabajo. Intenta Sergei, luego Diego, no pasa nada, entre todxs tratamos de entender qué está pasando, si todo está encendido, si hay algo que nos estamos olvidando, repasamos el orden que Chris nos enseñó… pero no. Todos los botones están como deben estar y el piloto automático no funciona. Llamamos a Chris con el tres por ciento de señal que nos queda antes de perdernos en la burbuja del gran golfo, nos sugiere volver y revisarlo, no puede darnos muchas respuestas por teléfono. Dudamos por un segundo, pegar la vuelta implica esperar hasta el lunes, volver a pagar un lugar en las boyas, volver a hacer los papeles de migración y conseguir otro zarpe, tenerlo a Sergei esperando, y encima, si dejamos pasar esta ventana quién sabe si la próxima semana nos acompañará el buen tiempo. Sergei nos mira con cara de que la decisión es nuestra. Diego dice que total somos tres, que podemos turnarnos, yo lo miro con toda mi telepatía tratando de decirle que quizás serán dos, porque ya estaba sintiendo adentro mío el nudo que me mantendría atada al piso las siguientes 48 hs. Pero tampoco quiero volver, al fin habíamos salido, al fin estábamos navegando, un sí con la mirada y a juntar coraje. Nos vamos sin piloto automático, a la rueda, como en las viejas épocas. Que la fuerza me acompañe.
Mi versión de los hechos es parcial y revuelta, pues los dos primeros días he visto todo desde el mismo ángulo, acostada en una de las literas del salón, levantando la cabeza para vomitar y pedir perdón. Perdón por estar imposibilitada, perdón por no poder hacer nada, perdón por no haberme querido tomar la pastillita, perdón y ya me voy a sentir mejor, perdón y lo siento tanto, perdón. Quienes han sentido el famoso “mareo del mar” saben a qué me refiero, quienes no, sepan que es una sensación que lo único que te permite hacer con constancia es dormir, vomitar, y volver a dormir. Horrible.
DIEGO
Hace años que sueño éste día. No teníamos barco y ya soñaba éste día. No por ser bonito, sino importante. Cómo debía ser? Qué NO debía faltar..? Qué debíamos controlar…?
Y se nos vino noviembre encima, y ya nos debíamos ir de EEUU… sí ó sí..Y finalmente todo fue como se pudo, lo más a conciencia posible pero improvisando al fin. Con el tiempo luego se aprende que nunca se está listo del todo, y lo importante es estar en movimiento.
Esa mañana teníamos todo listo. Esperamos que el viento oeste se pusiera más norte como decía el pronóstico. A las once estábamos dejando la boya. Ese espectador que te mira de afuera pero te habla adentro de la cabeza lo dijo clarito en cuanto salimos de la bahía de Fort Myers Beach: “Oh Dios..!! Se atrevieron…! Están locos…!!!”
Y ahí es cuando te cae la ficha. Y ya no es posible volver…Son más de 500 millas (casi 1000 kilómetros) atravesando 2 veces el rulo caprichoso de la famosa corriente del golfo. Casi como si te dijeran que tenés que atravesar el triángulo de las Bermudas.
Las olas aparecieron y el efecto corriente también. Sin el piloto automático (que no logramos que arranque) seguimos..? La sola idea de regresar, boya, aeropuerto, esperar nueva ventana climática etc, nos hizo decidir a coro que continuaríamos.
Unas millas más adelante Ceci cambió de color como un camaleón y se convirtió en el zombi del balde que suele haber en todo barco. El “mal de mar” (Seasickness) es uno de los efectos más comunes en una travesía, y es muchas veces inhabilitante. El oído quiere mantener el control del equilibrio y cuando no lo consigue, te tilda, te hiberna, te manda al rincón. El cuerpo se paraliza por dentro y por fuera…el instinto nos impone encontrar puntos de referencia. Pero todo se mueve y por momentos con tanta ola es imposible siquiera estar sentado sin resbalar. Las cosas se golpean en sus estantes o caen de donde se suponían estaban seguras…Una gran burbuja de aire empieza a aparecer en el estómago…y se vuelve complicado inclusive hablar sin sentir que la burbuja saldrá por nuestra boca junto con el desayuno…Moverse no es una opción. y uno se aferra a alguna cosa que quisiera no soltar nunca jamás.
Inmediatamente nos organizamos en las guardias cada 4 horas. Serían largos los días y necesitábamos descansar lo más posible.
DÍA 2
CECI
El problema de que las cosas fallen es cuando empiezan a sumarse las fallas… si fuera sólo el piloto automático, pero ahora algo pasa con la bomba de la sentina, entra agua, la bomba no arranca. En la sentina hay tres bombas de achique, son las que permiten sacar agua del barco cuando entra por algún motivo, dos de nuestras bombas son automáticas y una manual; de las automáticas, una está bien en el fondo, la otra unos treinta centímetros más arriba. Según entiendo yo, automática significa que debería prenderse sola porque tiene un sensor o un flotante que le avisa cuando hay agua. No siempre sucede. Nos dimos cuenta que la bomba del fondo no funcionaba porque se activó la de arriba, traducción: la mitad de la sentina estaba llena de agua, súper tranquilizador, una imagen hermosa de ver cuando estás en el medio del golfo de México. De dónde viene toda esta agua? La respuesta es aún más desoladora: viene de la bomba de arriba… ¿guat? Sí. Al escorar el barco, entra agua por el lugar por donde se supone que debería salir (el orden de los factores sí altera el producto) y se llena la sentina de agua, porque la misma bomba (super bipolar ella) mete agua al barco e intenta sacarla AL MISMO TIEMPO. En fin. Al menos tengo una tarea que me hace sentir más que una bolsa de papas vomitona: cada cinco minutos esta zombi se levanta a encender manualmente la bomba del fondo, la dejo trabajar un rato y voy de nuevo a apagarla. Y así. Tenemos controlada la inundación.
Pobre Sergei, lo ví la primera noche comerse un burrito crudo, no me dio el ánimo ni el cuerpo para explicarle cómo cocinarlo ni para decirle que en el congelador hay un montón de comida que sólo hay que calentar. Debe estar arrepentido de viajar con nosotrxs. A veces me levanto y hago café, Diego y Sergei se turnan cada cuatro horas, a veces cada dos. El tiempo al timón requiere concentración plena, hay mucha ola y el barco se mueve mucho, mucho, mucho, el rumbo se va, adentro del barco nos chocamos todo, tengo moretones. Les hago café, me siento culpable, vomito, ya no duermo, vacío la sentina, hago café, vomito.
Admiro a Diego. Siento que es muy valiente. Se estará arrepintiendo por haberse comprado un barco conmigo? Perderá la confianza en mí? Alguna vez se me va a pasar este mareo del demonio? Admiro a Diego, sé que también tiene miedo, pero no está bloqueado como yo. Está al timón, y lo hace muy bien (mejor que el ruso inclusive) y cuando le toca a Sergei viene a ver como estoy, a decirme lo importante que es mi función de controlar la sentina y a darme un beso con este olor que tengo a vomitada. Me enamora.
DIEGO:
La noche fue larga. Y la luna no aparece sino hasta las 10. Hasta esa hora no se ve nada…nada de nada. Es difícil llevar el timón y mantener el rumbo con tanta ola cruzada. La famosa corriente genera un efecto muy molesto, la masa de agua se mueve velozmente en una dirección y cuando tiene el viento en una dirección distinta se produce un oleaje que es confuso por momentos y de olas altas, ni que hablar cuando uno se enfrenta a alguna de estas fuerzas, y cuando no ves nada no existe siquiera la posibilidad de “acomodar” el barco para enfrentar esas olas.
La luna sale como una bendición, es como cuando te prenden la luz de la canchita y dejás de tirar la pelota a los yuyos. La primera noche no nos cruzamos ni un solo barco. La segunda vimos varios cargueros grandes que seguramente venían bajando de puertos grandes dentro del golfo, como el de New Orleans ó Houston.
A la mañana, con las primeras luces no veía la hora que apareciera Sergei. Tenía sueño y tenía que repartir mi tiempo de descanso entre dormir y tratar de descubrir porqué no funciona el piloto, y porqué se llena de agua la sentina. Ceci seguía mal. Pero aún así se levantaba y accionaba la bomba inferior para achicar agua.
Segundo día y ya estaba cansado. Por momento había viento fuerte y mucha ola. No te das cuenta pero el cuerpo todo el tiempo está trabajando haciendo el trabajo invisible de reacomodar las partes buscando el equilibrio…Sentía impotencia por no poder ayudar a Ceci…estaba preocupado por ver el castigo que sufría el barco…y tomaba dimensión de las fuerzas que operan sobre él . Eso me hacía pensar en la importancia del piloto. Porque no hay reparación posible de un inconveniente si uno no puede soltar el bendito timón…
Descubrí que el ingreso del agua era a través del orificio de la descarga de la bomba grande de la sentina. Cuando el barco escoraba sobre babor el agua entraba por donde eventualmente debía salir. Un caño mal puesto, que no sube por encima de la línea de flotación…Pero un trabajo imposible dentro del “zamba”. El piloto automático: Nada…Chino básico.
Sigue soplando noreste a contrapelo de la corriente y no entra el esperado viento del este que nos permitirá hacer rumbo al sur.
Nuevamente la noche. Acortamos las guardias a dos horas. La noche es misteriosa… es de miedo…pero es hermosa…La via láctea como si fuera una foto hecha a telescopio…fosforescencias en el mar…rodeados de galaxias. Somos estrellas.
Deje la música encendida? Alguien me habló…? Estoy seguro de haber escuchado que alguien dijo mi nombre… Pero no hay ninguna música…ni nadie habla…Sólo yo estoy despierto. El viento inventa estos trucos entre los obenques…son como sirenas que cantan…es la cabeza de uno que así como busca puntos fijos también trata de encontrarle forma a los sonidos…a veces personas nadando…u objetos…pero no. De nuevo…son como espejismos…Por eso el ojo detecta tan rápidamente cuando algo tiene alguna forma distinta al paisaje.
…Sí…ese es un barco de carga…parece acá a 2 millas…pero seguro está a 15.
DÍA 3
CECI
Ya lo había dicho Ernesto en el entrenamiento oceánico que hicimos hasta Uruguay, palabra de marinero, dicho y hecho, gracias lemanyá: son las primeras 48 hs, después el cuerpo se acostumbra. Voilá, soy otra. No sólo ya no vomito más, ahora puedo hacer cosas adentro del barco de esas que la mayoría se marea. Puedo leer, ver el celular, mirar mapas en la compu, cocinar, lavar, todo lo de adentro. No me mareo más. Listo. Empieza la vida.
Empiezo a procurar que los dos timoneles no tengan que hacer nada más que timonear, cosa que no es posible, porque se siguen rompiendo velas y saltando botavaras al carajo, y eso no lo arreglo yo, pero en fin, lo demás. Durante las guardias de Diego, lo acompaño. Quiero agarrar el timón, pero Diego dice que está muy difícil, y considerando que acabo de resucitar, no insisto, habrá tiempo. Sobre todo a la noche, me le quedo cerca, le cuento cosas, le canto canciones… cuando le toca a Sergei no le canto pero le hago café, le doy algún bocadillo de algo rico y se pone contento. No duermo nada, pero dormí casi los dos primeros días enteros, tengo resto. Cómo estarán ellos?… la noche es el mejor momento. Esas horas antes de que salga la luna, el cielo es un regalo del más allá. Nunca vi algo tan maravilloso, tan conmovedor, siento que estoy en una cúpula de estrellas que brillan alrededor nuestro y nosotrxs en este barquito en el medio del mar, tan chiquita me siento, tan afortunada, tan valiente por estar acá, pienso tanto en mi mamá. Esto es una locura, y es alucinante. Sale la luna, farol generoso, respiramos porque volvemos a ver. El ruso dice que estamos a mitad de camino.
DIEGO
Viramos finalmente al sur y se estableció el esperado viento del este. Resucitó Ceci. Empezamos a comer mejor ya que un par de brazos más nos permitía echar mano de los guisos que congelamos. La sentina no se inundaba más ya que el viento nos escoraba sobre estribor.
La preocupación era ahora el carro del traveler de la mayor, que en una trasluchada violenta golpeó el final del recorrido saltando por el aire todos los rodamientos. Una vez que pudimos controlar la vela, atravesé con una mecha y con muuuuuuuucho esfuerzo el aluminio del traveler. Con cable de acero y un bulón largo improvisé un estribo donde hacer un arraigo fijo de la vela y poder continuar viaje. Y a partir de ese momento era obligatoria la retenida que le impida trasluchar.
DÍA 4
CECI
Cada tanto nos cruzamos con algún barco. Sergei insiste con que prender el radar no tiene sentido. Así que sin piloto automático y sin radar, sólo pienso en lo mal invertido que estuvo ese dinero. Diego y Sergei discuten por el rumbo. El idioma no ayuda, pero creo que sobre todo están cansados. Estoy tan contenta de haber comprado este barco. A veces agarramos una ola gigante y lo siento entrar y salir de la ola como si fuera una ballena, pesado, antiguo, pero hecho para esto. Siento que es un barcazo, me hace sentir segura, siento que es fuerte, que es marinero, y encima es más rápido de lo que pensábamos. Cómo nos veremos de afuera? Cómo se verá el tamaño de estas olas desde afuera? Un delfín nos acompaña!! Festejamos como niñxs, no puedo creer que estemos acá.
DIEGO
Vamos rápido. Empieza a aparecer en el Plotter el contorno de México. Algunos pájaros de largo vuelo. Por la mañana en el cockpit los restos de la larga noche: Galletas, tazas de café, papel de chocolate.
Empiezo a sentir que es cierto, que llegaremos, y por primera vez en varios días pienso en algo que no sea el presente, que no sea el instante mismo: pienso en mañana. En la llegada.
La navegación es agradable y ya el instinto de supervivencia se replegó y acurrucó como un cangrejo en su cueva. Por la tarde Ceci hizo unos mates mientras el ruso dormía en la proa. Tomamos unos mates y empezamos a soñar de nuevo.
Siempre decimos que cuando estamos cerca del mar sentimos su presencia… En el mar pasa lo mismo pero al revés…Luego de días navegando se resetean nuestros sentidos…y cuando nos aproximamos a tierra y podemos identificar los olores a la comida…a hojas quemadas…a combustible…Con Cuba a casi 60 millas hacia el este y el viento desde esa dirección podría jurar que así era.
DÍA 5
CECI Y DIEGO
Estamos cerca. Ya vemos la tierra, eso parece tranquilizador pero tener islas, arrecifes barcos, redes de pescadores rocas, etc. Suele ser más peligroso que estar en medio del mar.
Qué cerca estamos. Los tres estamos afuera y expectantes. Repasamos las indicaciones de una de las cartas y tratamos de decidir cuál es un buen lugar para tirar el ancla. Según los datos, la bahía tiene suficiente profundidad pero no sabemos si nos da para entrar a una laguna interna de Isla Mujeres. Empezamos a hacer números calculando la hora de arribo, temíamos entrar de noche. El viento incrementó su velocidad y estábamos casi fuera de la corriente, hacíamos más de 8 nudos! Abrimos completamente la genoa. Íbamos como los bomberos…!
Estamos llegando. Bajamos las velas. Prendimos el motor. Hay gente en la playa, olor a pescado frito… estamos muy emocionados.
Pasamos una de las boyas y viene un ferry gigante justo directo hacia nosotres. Por qué no se corre? No ve que del otro lado tenemos la playa? Alguien desde la radio nos llama y nos dice que estamos en el camino del transbordador, no nos habíamos dado cuenta, gracias por avisar. Suena música latina, unas cumbias, algún reguetón. Se escuchan algunas voces, la gente habla en nuestro idioma!
Llegamos justo antes de que caiga la noche! Cansados pero eufóricos tiramos el ancla. Parece que agarró bien (gracias Rocna por tus servicios que pagamos con la tarjeta y aún debemos). El ancla en su sitio, apagamos motor…. Silencio……….
Nos abrazamos. Nos reímos. Nos festejamos. Nos decimos gracias. Mandamos mensajes a la familia que por 5 días ha venido siguiendo los puntitos que cada 10 minutos íbamos dejando en el mapa…como Hansel y Gretel sus miguitas de pan.
Un enorme y anaranjado gajo de mandarina se hunde con sus cálidos rayos en el mar mexicano. Y nosotros nos damos un banquete y abrimos un vino. Brindamos. Viva México cabrones!! Lo hicimos!
Hola Isla Mujeres…!